sábado, 6 de agosto de 2011

El Poder de la Música.

¿Música no adventista en la IASD?
La música puede transmitir más que sentimientos y emociones, es un campo de acción sobre el que se libra una gran batalla.
Por ARIEL GÓMEZ.
Revista ADVENTISTA – Junio de 2002
División Sudamericana

Desde hace más de seis mil años hay una guerra en desarrollo. De un lado del campo de batalla
encontramos una trinchera, la de la Verdad Presente, donde se refugia el Remanente. Del otro, una gran cantidad de trincheras, algunas directamente opuestas y enfrentadas a la primera; otras más cercanas, casi mimetizadas con ella; pero en todas, destacados escuadrones que no recogen sino que desparraman.
Las que más nos preocupan son las últimas, las que tratan de imitar la trinchera de la Verdad Presente. Algunas son tan parecidas que cuesta distinguirlas. Más aún, como los ancestros de los soldados que se parapetan allí alguna vez estuvieron en la trinchera de la Verdad Presente, no despiertan en los soldados del Remanente los temores que generan los que están en posición más opuesta. ¡Incluso, a veces, los consideran como escuadrones propios!.
Lo más llamativo es que, en medio de una guerra feroz, esos escuadrones hacen algo muy extraño: ¡de vez en cuando arrojan flores a los soldados de la Verdad Presente!.
¿Cuál es el objetivo de lanzar flores en vez de balas?. El propósito es confundir, (el pueblo de Dios es el que utiliza esta estrategia extraña a la lógica humana), logrando que los soldados del Remanente piensen que los escuadrones de las trincheras cercanas son aliados y, por lo tanto, les resulte fácil creer que da lo mismo estar de un lado que del otro.
Si bien esas flores son parecidas a las que cultiva el Remanente, hay diferencias no visibles a simple vista. Ellas fueron cultivadas en una tierra que carece de dos elementos esenciales: Espíritu y Verdad. A lo largo de los siglos, el enemigo ha logrado algunas imitaciones del Espíritu y ha preparado algunos fragmentos de Verdad. Pero como la verdad a medias no es verdad, y el Espíritu es uno, las flores que se cultivan en aquel lado del campo de batalla podrán parecer, pero nunca serán, auténticas.

¿Qué significan las flores falsas?
Consideremos la aplicación de esta parábola. Sabiamente, el Manual de la iglesia dice que las personas de otras denominaciones no están autorizadas a predicar en nuestros púlpitos. Sin embargo, casi cada sábado permitimos que en los cultos de adoración o en las sociedades de jóvenes esa gente enseñe “su verdad” a través de planteamientos sutiles que no son propios de la Biblia y, por lo tanto, de la Iglesia Adventista. Lo que no logran a través de la palabra hablada, lo consiguen mediante la que es cantada... ¡casualmente(o no), una de las formas más eficaces de transmitir y fijar las enseñanzas!. Lamentablemente, una buena proporción de las canciones que se interpretan en los momentos de la llamada “ofrenda musical” dentro del culto de adoración, y muchas de las canciones que se enseñan en nuestros cultos de jóvenes, campamentos, etc., provienen de autores –ministros de la palabra cantada– evangélicos, protestantes o pentecostales; en definitiva, personas identificadas con el “protestantismo apóstata”.
La estrategia es tan astuta que ni siquiera le prestamos atención. Al no permitir que personas de otras denominaciones prediquen, y como un músico extraño sería puesto a prueba primero, el enemigo se las ingenió para infiltrarse utilizando la estrategia del canto. Mediante éste, con una sutileza digna de mejor causa, introduce “su mensaje”, que aparenta armonizar con la verdad.
Esas son las flores contaminadas que nos arrojan desde las trincheras cercanas. Lo triste es que las aceptamos alegremente. ¡Qué ingenuidad!. Elena de White dice que “la fuerza es el último recurso de toda religión falsa. Al principio emplea la atracción, así como el rey de Babilonia probó el poder de la música y la ostentación externa. Si esos atractivos, inventados por hombres inspirados por Satanás, no hacían que los hombres adoraran la imagen, las devoradoras llamas del horno estaban listas para consumirlos. Así será ahora[pronto]”.

La globalización del remanente.
El objetivo de esta estrategia es producir acostumbramiento, acortar distancias y eliminar barreras, para que cuando la crisis y la persecución se desaten, resulte menos chocante pasarse al grupo equivocado. A Satanás le da igual que estemos en cualquier trinchera, siempre que no sea en la del pueblo remanente. Es así como surge lo que llamamos música genérica, que no define creencias teológicas, es superficial, repite temas como el amor y la gracia de Dios, alabanza a Dios, etc.
La preocupación sobre la pérdida de identidad queda reflejada en la introducción de la Guía de estudio de la Escuela Sabática, cuando dice que actualmente algunos adventistas “afirman no sólo que no nos diferenciamos de otras iglesias, sino que no debiéramos ser diferentes ni deberíamos destacar demasiado nuestro mensaje y misión distintivos”.
Luego agrega: ... “lo que Dios nos ha dado son verdades cruciales y distintivas que nos hacen adventistas del séptimo día. No luteranos, no episcopales, no bautistas ni metodistas, sino adventistas, adventistas del séptimo día. No es que todas esas verdades sean exclusivas de los adventistas... Pero tomadas en conjunto, en el contexto de lo que llamamos ‘la verdad presente’, estas enseñanzas constituyen un mensaje distintivo que nadie más está proclamando”. Con ésto no quiero decir que el manejo, a mi modo de ver irresponsable, que muchas veces se hace de la música es la única causa de lo que está sucediendo. Pensar así sería tan peligroso como la realidad que estamos tratando de plantear. Sin embargo, como ésto sucede en el corazón mismo del culto de adoración y de algunas otras actividades de nuestra iglesia, me parece que es especialmente significativo y digno de nuestra atención y esfuerzo, con la finalidad de cambiar las cosas.

El cántico del remanente.
Al hablar de los 144.000, el apóstol Juan dice: “Y cantaban un cántico nuevo delante del trono... y nadie podía aprender el cántico” (Apoc. 14:3). Es impresionante, el remanente del tiempo del fin pasará por una experiencia tan distintiva, que el resto de los redimidos no podrá unirse a su canto. ¡Ni siquiera los grandes reformadores y mártires que a lo largo de la historia arriesgaron su vida y su libertad para seguir a Cristo!. Estando tan cerca de su segunda venida, ¿será que el Remanente necesita abastecerse en fuentes extrañas porque no pueda generar un cántico distintivo?. ¡Puede hacerlo!.
¿Qué diríamos si nuestros pastores todos los sábados repitieran los sermones de grandes protestantes?.
Algunos serían teológicamente inobjetables, pero recordemos que fueron hechos por quienes
desparraman, sutilmente, ¡pero desparraman!. No, nuestros predicadores tienen la obligación moral y espiritual de tener algo propio que decir. El sermón debe surgir de su experiencia y de su estudio. ¿Por qué no sugerir a nuestros músicos, ministros de la palabra cantada, que tengan la misma exigencia?. Nuestra iglesia necesita de manera urgente músicos-cristianos, quienes a diferencia de los músicos-artistas, logren un equilibrio santificado entre la técnica, el mensaje y también el ritmo. Si sólo importa la técnica, convertimos a la música en un show y la vaciamos del papel que desempeña tanto en la experiencia cristiana como en el culto de adoración.
...debemos encarar con mayor énfasis y dedicación la tarea de buscar una música que nos distinga.

Cuando el mensaje es aparentemente correcto.
Quienes no comparten este punto de vista dicen que si las canciones son teológicamente correctas, no hay inconveniente en presentarlas a la iglesia. Sin embargo, recordemos... ¡nadie le ayuda al enemigo a ganar la guerra!. Cuando Pablo y Silas, en Filipos, fueron seguidos por una muchacha que tenía espíritu de adivinación, el mensaje que ella gritaba era teológicamente correcto (Hechos 16:16). Sin embargo, sus “aportes” no los ayudaban para nada. “Esta mujer era un instrumento especial de Satanás... Su influencia había ayudado a fortalecer la idolatría. Satanás sabía que se estaba invadiendo su reino, y recurrió a este medio de oponerse a la obra de Dios, especialmente mezclar sus falacias con las verdades enseñadas por los que proclamaban el mensaje evangélico. Las palabras de recomendación pronunciadas por esta mujer eran un perjuicio para la causa de la verdad, pues distraían la mente de la gente de las enseñanzas de los apóstoles. Deshonraban el evangelio, y por ellas muchos eran inducidos a creer que los hombres que hablaban con el Espíritu y el poder de Dios estaban movidos por el espíritu que impulsaba a esa emisaria de Satanás”.
No, no todo da igual. Las diferencias teológicas pueden ser infinitesimalmente pequeñas, pero las pequeñas concesiones abren caminos que tienen una eternidad de diferencia. No se debe mezclar lo sagrado con lo que no lo es. Nadab y Abiú olvidaron que si bien el fuego es siempre fuego, el que se ofrecía en el santuario debía tener un origen especial.
En una sociedad marcada por el relativismo, no es fácil aceptar que hay situaciones en la vida donde sólo hay negro y blanco, que lo que parece gris a nuestros ojos es sólo una variante del negro. Aunque tenemos derecho a escudriñar todo y retener lo bueno, no tenemos licencia para introducir fuego extraño en el culto de adoración y en las actividades del templo, donde el pueblo ofrece a Dios lo que él acepta como ofrenda, y no la ofrenda de las naciones vecinas.

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ARIEL SERGIO GÓMEZ es licenciado en Teología y actualmente estudia Medicina con la finalidad de ampliar su ministerio. Es anciano de la iglesia de Florida, en Buenos Aires, Rep. Argentina.
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Referencias
1 Elena G. de White, citado por Carlos A. Steger, “La música en el gran conflicto entre Cristo y
Satanás”, en La música en la iglesia (Argentina, Depto., 1999), pp. 47, 48.
2 Carlos A. Steger, “La música en el gran conflicto entre Cristo y Satanás”, en La música en la iglesia, p. 46.
3 “El papel de la música en el Nuevo Orden Mundial” en La música en la iglesia, pp. 34, 35.
4 Joel Musvosvi, Pilares de nuestra fe (Guía de estudio de la Biblia, edición maestros, 3er trimestre del 2001), p. 3.
5 Elena de White. Los hechos de los apóstoles, p. 175.
6 Elena de White dice: “El canto es uno de los medios más eficaces para grabar la verdad espiritual en el corazón” (Review and Herald, 6 de junio de 1912).
7 Rodolfo Hein, “Apuntes preparados para la materia Culto y Adoración” (UAP, tercer trimestre de 1991)